Cuando era niño mi vínculo con la guitarra era distinto al actual. Sólo podía usarla como instrumento de acompañamiento, arreglándomelas con rasgueos y unos pocos acordes (los arpegios eran un
lujo difícil). Esto siguió siendo así en la adolescencia, hasta que decidí estudiar seriamente, momento en el cual empezó otra historia. Siempre me gustó cantar, y alguna vez pensé que mi vida de
músico iba a ser la de un cantante. Pero cuando tomé algunas clases y evalué con objetividad mis posibilidades, decidí que no podía hacerlo profesionalmente. Canto con frecuencia, pero no en el
escenario.
Así fue que mi vocación de componer pasó a encauzarse por la música instrumental, y no por la canción. No obstante, desde hace un tiempo me viene picando el bicho de escribir
letras, cosa que dejé de hacer en aquél momento de renunciamiento. Luego de transitar un tiempo por un taller literario he vuelto a intentarlo, y estoy amigándome con el oficio de letrista,
muy de a poco. Iré haciendo sonar lo que surja, sin apuro, con la colaboración de colegas cantantes.